Metalord Revolution 292 AQUEL QUE SE SIGUE CULPANDO
PERSPECTIVA: Tercera Persona
Carlos Ramírez (Crokrengunn) – 0900 Horas – En alguna parte de Medio Oriente…
—¡CONTACTO!…
La estrepitosa explosión de un proyectil arrojado por un lanzacohetes resalta sobre el escuadrón, un segundo se produce acompañado de disparos de rifles de asalto provenientes desde una misma dirección, ocultos en ruinas de varios edificios, un grupo de insurgente realizan su emboscada. El segundo cohete falla en lograr acabar con algún soldado y levanta una gruesa cortina de polvo, los militares toman cobertura con lo más cercano que tenían a su disposición, y en ese momento Carlos termina separándose de sus compañeros y amigos.
Ramírez había logrado buscar cobertura sobre la Humvee destruida, y al lado suyo se encontraba el vehículo restante aun en condiciones de operar, recibía alguna que otra bala, pero su estructura estaba hecha para resistir municiones de rifles de asalto que se utilizaban por el bando enemigo, pero estarían en problemas ante munición antimaterial y proyectiles explosivos.
—¡La radio no funciona!, ¡la señal está muerta! -Uno de los soldados notifico el mal funcionamiento de su aparato de comunicaciones portátil.
—¡Debemos retirarnos de inmediato! -John Douglas Ordeno.
—¡No podemos abandonar a varios de los nuestros!, ¡”señor”! -Carlos protesto.
Carlos Alves, Michael Jones, Benjamín Miller, Lucas Smith, Alex Brown y Luigi Rossi, todos sus compañeros y amigos terminaron separándose con el impactar del segundo cohete en las cercanías y los disparos que le siguieron. Marcharse ahora implicaba dejarles atrás, si la idea era buscar “refuerzos”, estaba más que claro que las posibilidades de que sobrevivieran fueran considerablemente bajas para todos ellos.
—¡No vamos a correr el riesgo de perder el único medio de escape!, ¡cuando ese polvo se disipe y no tengan su visión obstaculizada lo destruirán de inmediato!, ¡debemos retirarnos AHORA, es una orden de tu sargento! -Le dejo en claro su superior John Douglas.
—Con todo respeto, “señor”, váyase al diablo.
Carlos Ramírez desobedeció la orden de su superior, y se alejó del Humvee en dirección contraria, buscando a sus compañeros, era algo más que solo el deber del compañerismo actuando, ¿lealtad o imprudente?.
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Todo el escuadrón había logrado reunirse y esconderse en el interior de un edificio que no había sido afectado por los numerosos bombardeos, aquello era una iglesia cristiana, de las pocas construido en ese país. Su interior era espacioso y su arquitectura no parece haber sido afectado por las incontables explosiones de artillerías y bombas arrojadas indiscriminadamente.
—Mierda, le dieron a Michael… -Lucas afirmo.
Una herida de bala en el pecho, no era de un rifle de asalto, los insurgentes estaban armados con una producción en masa de AK-47, pero la herida del soldado era de algo de mayor calibre, ¿un rifle francotirador?, lograron adentrarse en el edificio con la ayuda de una granada de humo que cubrió otra parte de su retirada, pero uno de los suyos recibió un proyectil en el trayecto.
—¡No tenemos ningún botiquín a la mano!, ¡están en el Humvee! -Notifico un alarmado Benjamín.
—No hay pulso… no… no hay pulso… -Lucas se percató enseguida.
Los latidos de Michael se detuvieron, su aliento ceso, sin suministros médicos, cubrir la herida con la mano poco serviría, Lucas se puso de inmediato a practicarle RCP en un intento de reanimarle, su alterado estado emocional estaba por encima de su lógica, él solo quería “salvar a su amigo”.
—¡Vamos Michael, reacciona, por favor REACCIONA!.
—Lucas, es suficiente… Michael esta…
—¡No!, ¡él puede ser salvado aun!, ¡vamos amigo!, ¡reacciona!.
Los soldados son entrenados física y emocionalmente hasta el cansancio, pero en el fondo seguían siendo humanos, Lucas le tomo su tiempo aceptar la realidad, al detener su RCP entonces acepto aquella perdida con pesadez psicológica, convirtió su tristeza en ira e impotencia.
Y en de repente, sobre una columna del edificio dos insurgentes surgen tomando por sorpresa al grupo, uno armado con un AK-47 y el otro con una escopeta, el escuadrón reacciona y contraataca de inmediato hacia el fuego enemigo, pero uno de los suyos vuelve a ser alcanzado por balas del bando opositor.
—¡Benjamín!…
Piernas, brazos y torso, fueron las zonas lesionadas por numerosos proyectiles, gracias al chaleco y conjunto de protecciones balísticas equipadas, lograron absorber buena parte del daño. Pero las heridas provocadas hicieron que el soldado perdiera la capacidad para ponerse de pie y utilizar su arma a dos manos de manera efectiva.
—Estaré bien… vigilen los alrededores, puede haber más insurgentes ocultos.
Recostado sobre la pared, benjamín se armó con su arma secundaria una pistola para utilizarla en la mano del único brazo que estaba en buenas condiciones, sus compañeros buscaron posibles hostiles en el interior de la abandonada iglesia, uno de ellos, Luigi, encontró una habitación.
Apoyado por otros dos más, entraron en su interior, no encontraron enemigos, la habitación era pequeñas y sobre el suelo en las cercanías hallaron un aparato del tamaño de un televisor que tenía numerosas patas y una pequeña antena que giraba constantemente.
—¡Esto es un inhibidor de señales! -Uno de ellos identifico aquel aparato.
Un sofisticado aparato creado la función de interrumpir y bloquear toda clase de señales de comunicación, que estos insurgentes se hicieran con tal tecnología era alarmante, no era precisamente “fácil y sencillo” de llevar al mercado negro. El aparato es destruido de inmediato, pero la radio seguía sin funcionar.
—Debe de haber más en los alrededores, estos modelos son viejos, pero tienen un buen alcance -Aseguro Alex Brown.
Existían contramedidas tecnológicas para lidiar con tales amenazas de dicha índole, pero ninguna tenía a su disposición tales elementos, debían lidiar contra un grupo de insurgentes bien armados, incomunicados con la base, en desventaja numérica y sus enemigos tenían quizás mejor conocimiento del terreno, habiendo planeado aquella emboscada.
Carlos Ramírez se quedó al lado de su herido compañero Benjamín para protegerle, mientras sus amigos se encaminaron por la puerta trasera del lugar para asegurarte de que no hubiera posibles hostiles escondidos y de ser posible, buscar una posible ruta de escape. De pronto una explosión se produce en el techo del edificio, todo se sacude y escombros comienzan a caer a montón.
Carlos y Benjamín casi terminan aplastados, Carlos tomo a su herido compañero a tiempo y logro moverle, se salvaron por solo unos escasos metros, pero el resto…
—Estamos solos -Afirma Carlos.
Los escombros cayeron en inmensa cantidad por el lado del cual sus amigos marcharon, era imposible de escalarlo, si lograron huir deben de haber encontrado alguna puerta trasera. De repente para aquella dirección en donde se encontraban, se oyen gritos, disparos y más explosiones productos de lanzacohetes, era fácil reconocer algunas de esas voces.
—Chicos… no… ustedes…
Aquellos disparos y voces cesan a los pocos minutos, un inquietante silencio inundo el ambiente, solo quedaron Carlos y Benjamín, con su amigo herido, todo quedaba en manos de uno de ellos, la presión de salvar a su amigo restante y sobrevivir empezaban a carcomer su calma psicológica.
—«¿Qué debería hacer ahora?, ¿quedarnos o movernos?, ¿esperar refuerzos o intentar marcharnos en sigilo?».
Las radios no funcionaban, la única puerta que quedaba era aquella por la que entraron y donde los insurgentes acampaban a sus anchas, pero quedo claro que también por el lado derrumbado se encontraban allí también. No había donde huir, esperar refuerzos era lo más idóneo, pero con tantos enemigos rodeándole, ¿cuánto duraría?.
Pronto un ruido se escucha desde una parte, Carlos voltea y se encuentra con un insurgente que intentaba apuntarle con un rifle de asalto, pero él responde con más rapidez y dispara primero. ¿De dónde había salido ese sujeto?, fue la incógnita que repercutió en su mente, no vino por la puerta en la que ellos llegaron, ¿una entrada oculta?.
—«Saben colarse dentro por otros caminos».
Sus enemigos tenían otras vías de entradas, eso lo puso más nervioso y angustiado, si sus reflejos y sentidos llegaran a fallarse unos segundos, sería su fin, era difícil saber cuántas de esas “vías alternas de entradas” tenían los insurgentes a su disposición para la iglesia abandonada.
—¡Carlos cuidado! -Benjamín le advirtió.
Su herido amigo abre fuego con su pistola a dos insurgentes que lograron colarse al interior desde otra entrada, uno de ellos es abatido por las balas, pero el segundo dispara y le da a Benjamín. Carlos dispara al insurgente restante y le elimine, para luego socorrer a su amigo.
—¡Mierda!, ¡no, no, no, no!… vamos Benjamín, quédate conmigo, tú puedes campeón, no cierres los ojos, aguanta, la ayuda vendrá pronto…
—Lo… siento…
Sus ojos seguían abiertos, pero su boca dejo de exhalar aire, los movimientos torácicos se detuvieron enseguida, no había signos vitales, Benjamín había partido de esta vida, disculpándose por dejar a su amigo en tal situación, cierra sus ojos en señal de respeto e intenta por la presión no romperse emocionalmente.
Estaba solo ahora, con enemigos por doquier que eran capaces de llegar a su posición por cualquier parte, cada segundo que pasaba era una angustiante soga en el cuello, al encontrarse en tal situación experimento entonces una asfixiante combinación de pánico, pavor e histeria. Sus sentidos estaban en su máximo pico de alerta alineados con su instinto de supervivencia.
El tiempo a su alrededor se hacía una eternidad, los segundos podrían sentirse como minutos y esos minutos en horas, trataba de contener el temblor de sus manos mientras sostenía su arma, calmando su respiración para no agitarse y estar atento a todo sonido sospechoso, permanecía quieto con su rostro bañado en sudor y su corazón con un ritmo de latidos que estaba próximo a superar lo normal.
Un ruido se produjo detrás de una de las columnas cercanas a él, volteo inmediatamente y observo un AK-47 en manos de un insurgente que estaba a punto de disparar, pero Ramírez abrió fuego primero y le abatió. Camino hacia aquella columna buscando una buena cobertura, pero poco serviría si llegaran a salir desde su mismo lado.
El sudor, los latidos y el nerviosismo se estaban intensificando, aquel pánico alimentado por la histeria no podía ser contenido ante tal presión psicológica a la que era sometido, era más de lo que todo su arduo entrenamiento pudo enseñarle a resistir. Entonces más ruidos se oyen, provenían del otro lado de la columna, eran varias pisadas, más de uno se acercaban y eso hizo que su alterado estado emocional empeorase.
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Ante tal situación, cambio el cargador de su arma por uno completo y luego cambio la modalidad de disparo que estaba en “semiautomático” a “automático”, sin titubear acto seguido salió de su cobertura y disparo en dirección de donde procedía el ruido. Desconocía cuantos eran, pero su alarmismo solo le incito a disparar hasta acabar la última bala del cargador y con ello tener más posibilidades de eliminar a todos los potenciales hostiles antes de que alguno tuviera posibilidad de dispararle a él.
Aun cuando la última bala se acabó, siguió apretando del gatillo, hasta que pronto vuelve en si y se detiene, su respiración se calma por unos segundos, hasta que oye unas palabras…
—Carlos…
Uno de los presuntos “hostiles” que disparo pronuncio su nombre, pero la voz que lo hizo era de alguien sumamente familiar, soltó su arma de inmediato y corrió hacia su posición. Su corazón dio un brinco de horror y ansiedad, aquellos a quienes disparo eran cuatro individuos y no eran insurgentes.
—¿Qué hice?… dios… ¿¡QUE HICE!?… -Exclamo de rodillas con el rostro sumido en la desesperación.
Lucas Smith, Alex Brown, Luigi Rossi y Carlos Alves fueron los supuestos “hostiles” que Ramírez confundió con su alterado estado emocional, tres de ellos ya habían muerto, Carlos Alves era el único que aun se aferraba a la vida, pero no le quedaba mucho tiempo.
—Mierda… no… ¡yo no quería!… ¡Carlos!… resiste… no te vayas tu también… ¡por favor no te vayas también!…
Ramírez intento detener en vano la hemorragia de las múltiples heridas de bala, sin equipamiento médico a la mano y con demasiada sangre perdida, solo podía ver los últimos momentos que le quedaba de vida a su preciado amigo. Sus labios se movieron pronunciando algunas palabras, y luego cerro sus ojos.
—Reacciona… ¡vamos amigo despierta!, abre los ojos… no te vayas… no tu también…
De alguna forma ellos cuatro tras consiguieron sobrevivir al derrumbe y quedar expuestos a los insurgentes desde el otro lado, se las arreglaron para sobrevivir contra ellos y encontrar una manera de hallar entrada diferente a la iglesia. Un desconsolado y psicológicamente vulnerable Carlos Ramírez agacho su cabeza, de rodillas lloro frente a sus fallecidos amigos.
Mira sus manos manchadas de sangre, era la esencia vital de a quienes conoció en sus inicios como recluta y ahora, todos ellos yacían sin aliento, privados de toda vida y no por obra de los enemigos que le rodeaban, sino por su propia mano.
Numerosos insurgentes comienzan a surgir a espaldas de Carlos Ramírez, todos apuntando sus rifles de asalto hacia él, mientras el soldado seguía de rodillas con la cabeza agachada, lamentando en silencio la muerte de sus mejores amigos.
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Con el anochecer un convoy militar llego a la escena de los acontecimientos, eran los refuerzos quienes fueron informados sobre el ataque el escuadrón de patrulla de reconocimiento. Apoyados con fuerza aérea, ubicación satelital de las posiciones del enemigo y una contramedida para los inhibidores de señales, lograron suprimir a las fuerzas hostiles de la zona y aquellos insurgentes que aun seguían con vida, huyeron.
Soldados buscan por el área, hasta adentrarse a la iglesia abandonada cristiana, allí encontraron docenas y docenas de cadáveres de insurgentes, pero en el fondo lograron hallar a alguien vivo. Carlos Ramírez se encontraba sentado de espalda, con su fusil a la mano, al frente suyo apilados uno al lado del otro estaban los cadáveres de sus amigos.
El soldado es hablado por el líder del escuadrón que había ingresado a la iglesia abandonada, pero Carlos Ramírez no respondía ni se movía, este se le acerca y cuando finalmente Ramírez reacciona, al voltear su cabeza y ver cara a cara al líder del escuadrón, este siente un cierto grado de temor al ver los ojos de Ramírez. En esos ojos, observo a un soldado vivo por fuera, pero muerto por dentro.
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PERSPECTIVA: Crokrengunn
Fui llevado ante un tribunal militar, detalle hasta ultimo hecho desde el momento en que fui encontrado por los refuerzos, al desobedecer las ordenes de mi superior de escuadrón y actuar por voluntad propia, cometí varias infracciones. Aunque mis intenciones fueran “nobles”, falle al final y termine en el proceso acabando con las vidas de quienes quería salvar.
Fui dado de “baja deshonrosa”, pero no castigado con la cárcel, no podía usar más ese uniforme, no podía unirme nunca jamás a una fuerza del estado ya sea policial o militar, a los ojos de las personas a mi alrededor, era considerado alguien “inestable”. Pero incluso con esa descripción, no me internaron a un hospital o clínica para atención mental. Y entonces supe la razón…
—Carlos Ramírez, un placer conocerte.
Después de mi juicio, termine en una habitación con solo una mesa y dos sillas, siendo invitado por un hombre de barba corta y traje azul, aquel individuo sostenía en sus manos una carpeta que contenía en su interior mi historial militar.
—Soy un representante de “Academi”, seguro que ya a estas alturas sabrás sobre nosotros, lo suficiente al menos.
Una empresa militar privada de mercenarios, un representante solicito una reunión privada para hablar conmigo, querían reclutarme para su organización, a pesar de que fui dado de “baja deshonrosa”, eso a “Academi” no le importa en absoluto, para ellos contratar exmilitares “útiles” es más que suficiente, siempre y cuando se encuentren física y psicológicamente capacitados.
—Ya leyó todo mi historial en el ejército, ¿aun así esta seguro de lo que me esta pidiendo?, arriesga demasiado -Opine.
—Aun siendo un cabo y totalmente solo, lograste sobrevivir a una situación que, para la inmensa mayoría, habría sido una muerte segura, además no dudaste en arriesgar tu vida para ayudar a tus propios aliados, ese tipo de gesto es bastante valorada en nuestra organización, contar el uno con el otro es fundamental, y cualquier que sea capaz de arriesgar su integridad física por el otro, es admirable.
—Arriesgue mi vida y aun así… murieron por mi culpa.
—Se aprende de los errores, joven, no eres el primero o el ultimo que paso por la misma experiencia, por “accidente” acabaste con tus propios compañeros y eso te ha “afectado”, ¿no es así?, dime muchacho, ¿los “has vuelto a ver”? -Me pregunto aquel representante.
Habían transcurrido 1 semana desde aquellos eventos, fui confinado en una habitación del cuartel esperando mi juicio, todos los días los “veía”, a mis amigos muertos, a los seis que falle en proteger. Manifestados en los reflejos y luego a mi alrededor, con sus uniformes ensangrentados, y sus rostros con la sangre saliendo de su boca, nariz y de unos ojos completamente negros como un abismo sin fin.
Sus palabras sonaban inentendibles, como si se comunicaran con una radio estropeada, sentía como aquella me atormentaba, como era una pesadilla del que ya estaba despierto, el suicidio paso por mi mente innumerables veces, y mi cobardía, me negaba tomar ese camino… por ahora.
Aquel representante puso sobre la mesa un frasco que ponía “Sentinel” en su etiqueta, en su interior contenía unas pastillas verdes oscuro con forma de píldora, el hombre me dio una rápida explicación de lo que era.
—Este medicamento fue creado para ser usado solo por las fuerzas armadas y nuestra organización, son capaces de suprimir el “TEPT” con una total eficacia, está garantizado.
“Sentinel” ya había pasado por la prueba de experimentación, aunque seguían sacando versiones “mejoradas” de esta a medida que eran administradas a más individuos que padecían mi situación. Si aceptaba formar parte de “Academi”, tendría garantizado aquel medicamento.
Aunque ya existen medicamentos para tratar afecciones a la salud mental en relación al “TEPT”, ninguno era tan efectivo en muchísimos casos, y los efectos adversos incluso suelen eventualmente ocasionar un daño peor. Pero “Sentinel” ya fue probado en incontables soldados, todos con una tasa de éxito del 99%, era una promesa que aquel medicamento “curaría” mi mente, mientras siguiera consumiéndolo periódicamente. Lo que lleva a anclarme por el resto de mi vida a una droga con el fin de perseverar la estabilidad de mi condición psicológica en esta “pesadilla”.
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PERSPECTIVA: Tercera Persona
Presente – Océano Atlas – Barco con destino a Idalica…
—“Sentinel” funciono, mientras estaba en “Academi”, nunca más volví a experimentar aquellas… “manifestaciones”, y cuando morí… -Relata Crok —En mi segunda vida, al no tener aquel medicamento en mis manos, al ser mi “daño” algo de mi mente, pensé que volvería a ocurrir, que volvería a… “verlos”.
Pero Crokrengunn recuerda desde su nacimiento como un hombre amazona, en todos sus años hasta ahora, aquellas “manifestaciones” de sus amigos muertos nunca jamás se le aparecieron, no hubo necesidad de aquel medicamento.
—¿Mi “segunda vida” me ofreció una oportunidad para empezar de cero?, entonces… ¿por qué ahora?, ¿¡porque está ocurriendo nuevamente!?.
Cuando volteo a preguntarle a la “manifestación” de Carlos Alves que estaba a escasos metros frente de él, este levanta su brazo derecho y señala con el dedo a la pistola M1911 que tenia en su cintura enfundaba.
—“Al volver a hacer contacto con aquello anclado a tu vida anterior…”
La manifestación hace un breve momento de silencio y de su boca comienza a sonar como una radio de comunicación con cierto grado de sonidos estáticos, numerosas voces distintas se replican. Crok podía reconocerlos, cada voz que resonaba era de sus seis amigos de su vida anterior, todas las oraciones que escuchaba entrecortadas eran justamente de ese mismo día en que los perdió.
—“Aun sigues culpándote”.
Cuando declaro aquella frase, los sonidos de radio culminan de golpe, y en un parpadeo de Crok, la manifestación de Carlos Alves desaparece por completo, el hombre amazona cae de rodillas con una mano en el rostro y sintiendo el peso de la incertidumbre.
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PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Algunas semanas después…
No llevaba la totalidad de los días en que el barco zarpo, pero sin duda transcurrieron más de una semana, o quizás dos, podría tomar un mes y más llegar al reino de Idalica, entonces en una noche, Riza me pidió que la acompañara un momento afuera para practicar de algo que en palabras de ella era sumamente “importante y privado”.
—¿Qué es aquello de lo que querías hablarme?.
El resto se encontraba durmiendo, los dos estábamos en el estribor de la embarcación totalmente solos.
—Agradezco tu paciencia, Roz, es momento de que te hable sobre “El Pacto de Thysia” -Fue la declaración de la bruja.
Continuara…
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