MTSR Capítulo 10 Un simple tramite
Mis seguidores celebraron hasta tarde su nueva libertad y adopción en la familia, por alguna razón Nadja acostó a Victoria sobre la mesa y comenzó a colocar diversos artefactos alrededor de ella, como si fuese un velorio o un sacrificio.
Me retire temprano al estudio y los deje celebrar, no soy mucho de fiestas. Ya en mi escritorio sonreí. Lo admito, para cualquiera lo que ocurrió hoy fue precipitado y extraño pero es algo en lo que estoy pensando desde la fundación de Tenebrere. El señor Anderson es un buen hombre, pero sé muy bien que es del tipo comerciante y que nuestra relación jamás será algo más que la del tipo que da el dinero y el tipo que lo gasta. Así que necesitaba tener un seguro para la familia Guld, al principio pensé en adoptar y educar unos cuantos huérfanos, pero admitámoslo, es imposible para mí hacer eso y consumiría mucho tiempo. Así que cuando la señorita Victoria apareció en el radar pensé en cómo atraerla a la familia ¿Qué si sabía de antes que escapo de casa? Si, lo sabía, la mayoría de los cocheros por una cerveza y jamón te contaran todos los secretos que escuchan así que no fue difícil averiguarlo. Pero necesitaba conocerla, sabia de los rumores sobre ella, que era una muchacha buena y capaz con fuertes lazos con sus hermanas pero quería saber si tenía lo necesario para hacerse cargo de una familia, aunque fuese una rama secundaria. Lo que ocurrió en el gremio fue una prueba, una de muchas que le aplique desde que la conocí y puedo decir con alegría que las paso todas.
¿La liberación de mis esclavos? Admito que eso si fue una decisión un poco precipitada, pero en este tiempo me he dado cuenta que su lealtad hacia mí es increíble como también su cariño y he de admitir que también les he dado un lugar especial en mi corazón. Al principio pensé en usarlos como fichas descartables en caso de necesidad pero me he encariñado con ellos y eso puede ser peligroso. Sin otra solución decidí liberarlos y dejar la decisión de seguirme o abandonarme en sus manos, lo del juramento de lealtad me sorprendió y conmovió. Quizás la herida en mi corazón se ha cerrado un poco.
Ahora en mi estudio reviso los informes que he conseguido por ahí, es increíble lo que un par de monedas pueden hacerle a las personas, me tomo solo 20 monedas de oro y un par de días conseguir toda la información de mi futuro oponente James Alnes. Por lo que dicen los archivos es un vividor bueno para nada, malgasto la herencia de su hermano e intento vincularse con la nobleza a través del matrimonio, tanto el suyo como el de sus sobrinas. Cuando Victoria escapo se preocupó pero al ver que ella enviaba dinero para la comida dejo de prestarle atención al asunto, el problema vino cuando en una partida de cartas descubrió que mi familia se había recuperado un poco y que yo poseía una parte de Tenebrere, entonces la codicia nublo sus ojos y literalmente me intento vender a su sobrina, cosa que obviamente no le dije a Victoria ¿El motivo? Ni yo lo sé bien, creo que me estoy ablandando.
El problema es que el Imbécil involucro a la Corte Imperial y me dio la oportunidad para demostrar que la familia Guld está de vuelta. Podría simplemente pagarle las mil monedas pero eso sería aburrido y patético, el lema de mi familia es “Damos lo que recibimos” y él me ha ofendido al subestimarme. Cuando era niño deje que mucha gente pasara sobre mí, aun cuando yo fuese un noble y el vigésimo tercero en la línea de sucesión. Pero esos tiempos se han acabado, ya no soy el pequeño Ale que debía esconderse para evitar las burlas y que debía mirar con impotencia como aquellos que se creían con derecho abusaban de los más débiles. No, ahora soy el conde Guld y como decía el abuelo “Noblesse oblige”, es hora de que el Conde Guld vuelva al imperio con las responsabilidades y obligaciones que eso conlleva y lamentablemente el señor James Alnes será el primer escalón en mi camino. Con eso en mente me retiro a mi cuarto a dormir, faltan un par de preparaciones pero el show está casi listo.
Han pasado tres días desde la creación de la familia Guldar y en un par de horas tendré la audiencia con el Juez imperial. Hoy visto un traje completamente negro, mi sombrero de copa y bastón. Por petición de Victoria llevo un poco de joyería, no es mucha pero es de la mejor calidad y está en los lugares precisos, da la imagen de “Soy más rico que tú, lo sé y no me importa” . Mi acompañante es Nadja, viste un traje militar de color negro, una pequeña boina roja sobre su cabeza y a su lado una espada de Mitril cuya funda y mango han sido finamente decorados, obviamente esta espada es solo para ocasiones especiales, si la pudiese usar todos los días seguramente Nadja la cambiaría por alguna extraña criatura. Al mismo tiempo en mi sombra se encuentran escondidos dos Lobos Sombra, aun no son adultos pero el entrenamiento de Nadja junto con su dieta especial los ha hecho más grandes y fuertes que un Lobo Sombra adulto, aunque aún no me convencen los nombres que Nadja les dio, se llaman Mente y Blanco, así es, Nadja no es buena con los nombres.
Me bajo del carruaje junto a Nadja y Victoria frente a la Corte Imperial, es un edificio imponente, tiene cuatro pisos, con ventanas de cristal oscuro y paredes cuya piedra ha sido tallada con hermosos adornos, sus enormes puertas de hierro dan una sensación de poder y firmeza . Entre por la puerta principal e inmediatamente un hombre de unos cincuenta años, calvo, vestido con una túnica roja, símbolo de la Corte Imperial, se me acerco.
– Buenos días Conde Guld, soy Adam y seré su escolta el día de hoy- Me dijo con un tono tranquilo.
– Gracias señor Adam, lléveme por favor a la sala de reunión – Respondí, por lo general los plebeyos eran llevados a la corte inmediatamente, pero por mi estatus de noble el juicio se realizaría en una sala de reunión. Esto se hacía para no ofender a los nobles y al mismo tiempo resguardar información que podría ser peligrosa si se comentara en público.
Me llevaron a una habitación finamente decorada, paredes blancas y detalles pintados con polvo de oro, tenía como mobiliario dos grandes sillones uno frente al otro, una mesa de te lo suficientemente larga como para servir de muralla entre los sillones, una silla decorada que solía usar el juez o mediador y una silla con un pequeño escritorio que usaba el escriba para llevar el acta del juicio. Cuando entre puede ver a un hombre de cabello rubio y buen rostro, parecía de unos 40 y su ropa se notaba cara pero de mal gusto, obviamente era James Alnes.
– Veo que ha llegado señor Guld, veo que la puntualidad no es lo suyo – Dijo James con una voz molesta.
– Conde Guld, señor Alnes. Por si no lo recuerda tratar a un noble sin su título nobiliario son su permiso puede llevarlo a prisión – Dijo rápidamente Adam – Permítame presentarme, soy Adam Salin y seré el juez de esta reunión.
– Eh, ya veo, discúlpeme Conde Guld – Dijo james al ver que la persona que me acompañaba era el juez, por lo que veo James era más estúpido de lo que pensaba- Les importaría apresurar las cosas, tengo cosas que hacer.
– Claro no hay problema señor Alnes, aquí tiene sus mil monedas de oro – dije mientras ponía las monedas en la mesa, la cara de Alnes fue increíble- Ahora que ese asunto termino, vamos al asunto real.
– ¿Ah? – dijo sin entender que pasaba Alnes.
– Muy bien Conde Guld, señor Alnes el motivo por el cual nos hemos reunido hoy es simple, primero la aceptación de su familia al hecho de que la señorita Victoria Alnes pase a ser Victoria Guldar a través de la adopción, para dicha aceptación se necesita el pago de mil monedas de oro imperial, que quede en acta – Dijo Adam mientras un escriba ponía todo en pergamino ¿Cuándo llego ese escriba? Es más silencioso que yo, quizás debería contratarlo para que me enseñe a moverme mejor en silencio- El segundo asunto son las deudas que posee el señor Alnes con la familia Guld…
– ¿Deudas? Yo no le debo nada al conde – Dijo rápidamente James
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– Pues eso sería cierto si esta reunión se hubiese hecho hace tres días, pero vera, últimamente adquirí un gran número de deudas de diversas casas de préstamos, entre ellas sus deudas- Respondí mientras ponía un alto de papeles en la mesa, la cara de James comenzó a desfigurarse – Según mis cálculos la deuda asciende a dos mil monedas de oro imperial, debería cuidar sus finanzas señor James o podría terminar trabajando en una mina. Pero sabe estoy dispuesto a perdonar mil piezas de oro si me permite adoptar a las hermanas de victoria.
– Eh, ya veo – Dijo James como si esa solución fuese un milagro hecho solo para él- Estaria dispuesto a ceptar esas condiciones sin problemas.
– Muy bien, firme esto- Adam le paso una serie de papeles que James firmo sin leer, sin dudas un estúpido- Ahora permítame esto – Adam tomo las monedas de oro en la mesa y me las devolvió- con esto queda saldada la deuda de dos mil monedas de oro, la adopción de María y Antonia Alnes dentro de la familia Guldar, la renuncia de la herencia por parte del señor James y el compromiso del pago inmediato de las deudas del señor James con la familia Guld.
– ¿Ah?- Cara de no enteder nada de James me hiso soltar una pequeña carcajada.
– Así que pague señor James, según estos otros documentos su deuda es de una moneda de oro – Dijo Adam, James comenzó a rebuscar frenéticamente en sus bolsillos y coloco sobre la mesa una moneda de oro como si fuese un triunfo- Dejeme terminar señor James, es una moneda de oro blanco Imperial – La cara de James perdió el color, una moneda de oro blanco imperial era algo realmente valioso, cada una valía 5000 monedas de oro y solo se podían adquirir en el palacio imperial.
– Yo no tengo esa cantidad pero si me da tiempo liquidare mis bienes y pagare lo que pueda de la deuda- Dijo James.
– ¿Qué bienes señor James?- Pregunto Adam
– Pues tengo un par de propiedades y algunos bienes valiosos
– ¿Se refiere la mansión Alnes y las dos bodegas en el puerto? Pues esos elementos junto a todos los bienes de valor son parte de la herencia que dejo su hermano y a la cual usted renuncio.
– ¿Ah?
– Acaba de firmar esos documentos señor James, junto con un compromiso de que si no pagaba a la doceava campanada de hoy aceptaría la esclavitud como método de pago.
– ¿Ah?
Mientras sonaba la doceava campanada entraron a la habitación tres guardias armados y tomaron en custodia a James, el seguía sin entender nada.
– Señor Adam, ya tengo la cantidad de esclavos que necesito así que estoy dispuesto a entregar la esclavitud del señor James al imperio ¿Qué le parece una moneda de oro?
– Ya veo, como juez imperial acepto su trato, que quede en el acta. Llévenlo a las minas, trabajara hasta que pueda pagar una moneda de oro, que quede en el acta.
Los guardias se llevaron a James quien hasta el último momento no entendió lo que pasaba, me despedí del juez y me fui nuevamente en carruaje a mi hogar, mientras viajábamos Victoria pregunto porque había puesto una deuda tan pequeña, le respondí que trabajando en las minas recién tras veinte años tendría recién media moneda de oro si tenía suerte. Aunque la verdad era otra: James jamás llegaría a las minas, solo cinco monedas de plata se encargarían de ello.
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