Norte oscuro - Capitulo 50 : Separacion.
Pronto, el sol se detuvo en su punto más alto, marcando las 12 del mediodía. Klaus y Abey habían estado hablando de todo mientras descansaban sentados junto al borde de un rascacielos. Klaus le había contado todo lo que descubrió en estos últimos días, también le hablo de algunas cosas que Azrael le había contado, sin embargo, se abstuvo de decirle todo, ya que ni el mismo estaba seguro de ello.
Mirando a Klaus sorprendida, Abey no pudo evitar exclamar. –Eso quiere decir que nuestros poderes no son casualidad, alguien nos lo dio, al igual que a ti–
Klaus no le respondió, estaba preocupado pensando en cómo debería decirle que se iría. Aunque no lo pareciese, si se preocupaba por ella.
Como si hubiera adivinado en lo que estaba pensando, Abey lo miro con algo de tristeza y dijo con apatía. –Entonces, te iras, verdad?– Tenia una debilidad en su voz que podía sentirse claramente.
–Si–
–¿Podrías quedarte…por mí?–
–No puedo hacer eso, lo sabes– Klaus suspiro desanimado. –Tengo que descubrirlo por mí mismo, la verdad sobre nosotros, los demonios, sobre todo. No puedo quedarme sentado esperando que todo salga bien–
Enterrando su cabeza entre sus piernas, ella dijo. –Está bien, lo entiendo–
–Oye, estas bien?– En este punto, Klaus sería un idiota si no notara que algo andaba mal. Por lo que pregunto. –¿Algo paso anoche, verdad?–
–¿De verdad quieres saber?–
–Por supuesto–
–Es mi madre– Levantando la cabeza, Abey lo miro con esos grandes ojos azules llenos de lágrimas. No obstante, no había debilidad cuando dijo. –Está muerta, la mato un demonio–
Incomodo, Klaus no sabía que decir, no había pasado por algo similar, y desde luego nunca había consolado a nadie en su vida. Sin más ideas, extendió su brazo alrededor de la chica y la apretó en un fuerte abrazo. A fin de cuentas, era lo único que podía hacer.
Sintiendo el calor de su abrazo, los hombros de la chica temblaron por un instante. Sabía que si había una persona en la que pudiera confiar en el mundo, entonces sería el. Por esa razón, no se resistió a su abrazo. Dejo que sus brazos la envolvieran y, sintiendo la calidez que rozaba su piel, cerró los ojos
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Al mismo tiempo, en otro lugar no muy lejano, Bruce descansaba sobre una cama, de un cuarto ubicado en uno de los edificios de la calle 4 en la ciudad. No parecía haber heridas en su cuerpo, y su expresión era serena.
En el momento en que abrió los ojos, Bruce se levantó del susto. Miro a su alrededor y vio a Emma sentada junto a la ventana, por lo que pregunto. –Mmn, ¿Dónde estoy? ¿Que…que paso?–
Emma no lo mira, solo se queda junto a la ventana, mirando el movimiento de allá afuera. Nadie sabe en lo que está pensando, pero Bruce tiene la vaga sensación de que algo en ella no era normal.
–Parker está muerto– Dijo Emma débilmente.
–Lo siento mucho, yo…–
–Marcos está gravemente herido, y la mitad de los chicos murieron o están igual que el– Emma no parecía querer dejarlo hablar al continuar. –Yo también habría muerto anoche de no ser por ti, lo que hiciste anoche fue impresionante, al menos hasta que te empalaron con una flecha.
Luego de eso creí que moriría otra vez, pero apareció un hombre de negro y mato a todos los demonios. Me dijo que cuidara de ti y se marchó, así sin más– Mientras hablaba, Emma seguía mirando a la ventana como si solo hablara para sí misma.
Aunque hablaba con calma, Bruce podía sentir que estaba enojada por algo. Levantándose de la cama, Bruce camina hacia ella queriendo consolarla, pero ella se apartó enojada y empezó a gritar. –Cuando fui a revisarte, no respirabas, no tenías pulso y tenías los ojos abiertos. ¡Habías muerto!–
Bruce seso cualquier intento de calmarla o consolarla, no podía decir que entendía por lo que estaba pasando, pero sentía que debía escucharla al menos.
Los hombros de la chica subían y bajaban con rapidez, lo que indicaba lo frustrada que se sentía. Estuvo así por varios momentos antes de hablar. –Me quede…ahí…sola, no sabía qué hacer, mis amigos estaban muertos y no podía confiar en nadie para que me ayudara. Fue así por varios minutos, hasta que te escuche gemir.
¿Te lo imaginas? En un momento estabas muerto y al otro no. Fui corriendo junto a ti, y te vi jadear por aire. Entre en pánico y luego…la estúpida idea de sacarte la flecha me llego a la cabeza. ¿Quieres saber lo que paso cuando la saque? La herida cerro, ¡El maldito agujero de lado a lado cerro! y no después de un rato, no. La herida cerró en segundos, sabes lo que es eso. Es imposible–
Mientras decía todo aquello de golpe, las lágrimas salían de sus ojos. Y su cuerpo temblaba como en una noche de invierno. Sin embargo, eso no la detuvo. Se secó las lágrimas con las manos y miro a Bruce con firmeza y pregono. –Ahora tú me vas a decir quién eres, ¿Que son esas malditas cosas? ¿Y por qué nos hacen estos? tienes que decírmelo, me oyes?–
–¡¡NO LO SE!!– Incapaz de pensar en alguna respuesta que pudiera satisfacer la ira de la chica frente a él, Bruce perdió la calma. –No…Se…nada, de acuerdo? No sé por qué tengo estos poderes, no sé por qué ellos están aquí. ¡No sé una maldita cosa! ¡¿Entiendes?! ¡Maldita sea!–
Sin decir una palabra más, Bruce salió de aquella habitación dando un portazo…
Ahora sola, Emma solo podía apretar los puños con ira. No podía culparlo, no podía culpar a nadie y no sabía a quién debería culpar. Eso solo la hacía enojar más.
Perdiendo el control, Emma comenzó a destruir la habitación…
. . .
Caminando por la calle algo cabizbajo, Bruce sentía un sabor amargo en la garganta. Lamentaba haberle hablado de esa manera en el momento en que puso un pie fuera. Sabía que ella tenía razón en estar enojada, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
«Ahora no es el momento de preocuparse por ello´´ Dejando eso de lado, Bruce se centró en otro problema más apremiante. Su padre, no había sabido de el desde que…bueno, desde que se fue hecho una furia. Corriendo, Bruce se apresuró al complejo donde vivía su comunidad.
Sin darse cuenta, llego frente al edificio…
Al mirar la estructura visiblemente en ruinas y los cadáveres que eran amontonados junto a la salida, se llenó de pánico. Ya sabía que algo seguramente había pasado aquí también, pero verlo con sus ojos todavía era demasiado.
Corrió hacia uno de los hombres ocupados y lo tomo del hombro. –Sam, ¿Has visto a mi padre?–
Aquel hombre negó con la cabeza…
Sin decir otra palabra, Bruce corrió dentro del edificio y se apresuró hacia las escaleras. Tenía que comprobarlo con sus propios ojos, que su padre estaba bien. Por cada piso que pasaba, Bruce podía ver la miseria de la gente. Personas heridas en todas partes, muertos…llorando. No había forma fácil de decir lo que estaba pasando.
Sin embargo, lo único que había en su mente ahora era si su padre era como ellos, si estaba herido o…la otra cosa. Sinceramente, no quería ni pensar en ello.
Cuando por fin llego al apartamento donde se quedaban, no vio nada extraño. El sitio, a diferencia de otros lugares en este complejo destruido, estaba bien ordenado. Aun con esa opresión en el pecho, Bruce siguió caminando hasta llegar a la habitación de su padre.
Hay, encima de la cama, encontró una carta…
. . .
Pocos minutos después, Bruce salió del edificio. Pero a diferencia de cuando entro, no estaba asustado, estaba enojado, enojado con su padre. Al final resulta que se había ido antes de que todo comenzara, se fue tras de su madre, tras Dantalian, quien se suponía estaba muerto.
Todo este tiempo, no le había contado nada, no para no preocuparlo, sino porque no confiaba en él. –¡Maldita sea! ¡Maldita sea todo!–
Se sentía horrible por dentro, pero lamentablemente, tampoco podía culparlo a él. Él no era precisamente una persona confiable. «Que digo, incluso podría arruinarlo todo´´
Sin darse cuenta, ya se había alejado mucho del complejo.
–¡Oye, Bruce!–
Esa voz lo saco del tren del tren del autocompadecimiento, girando la cabeza para ver a su alrededor. Detrás suyo, un todoterreno hasta detenerse a su lado. Adentro estaban las dos personas que menos esperaría ver juntas, Ethan y Alexa.
Sin perder el tiempo Ethan pregunto. –¿Sabes dónde está tu padre? Quería despedirme de el–
–¿Te vas a ir? Supongo que este no es tuyo, verdad?– Bruce miro el auto antes de continuar. –No sé dónde está, supongo que ya habrá salido de la ciudad–
–Entiendo– Habiendo dicho eso, Ethan encendió el auto y se marchó.
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«Suspiro´´ Sintiéndose algo indefenso, Klaus miro a la chica que dormía en su abrazo. Originalmente, solo quería advertirle de todo lo ocurrido, pero al final terminaron de esta forma.
No obstante, no podía culparla. Las cosas por las que había soportado, eran demasiado para que otras chicas lo hicieran. Probablemente no durmió la noche entera, pobre de ella, mirando su rostro con cuidado, se podían ver las marcas de las lágrimas que corrían por su rostro. Y sus ojos, hinchados y rojos, contaban una historia de dolor.
Había una mirada tan inocente en su rostro, como un cachorro buscando cobijo. Esa sola mirada, hacía que solo quisieras protegerla.
–Ojala, ojala seas así para siempre– Murmuro levemente, tan solo él lo había escuchado.
–¡Klaus!–
Un grito lo devolvió a la realidad, y mirando hacia la puerta que llevaba al techo, pudo ver a la pequeña liv acercándose, entonces las palabras de Azrael resonaron en su cabeza. Mirando hacia otro lado, pregunto. –¿Cómo me encontraste?–
Con una mirada confundida, la pequeña liv contesto. –No lo sé, yo solo…sabía que estabas aquí–
Haciendo una mueca incomoda, Klaus volvió sus ojos hacia Abey nuevamente. El ruido de recién la había sacado de su sueño. Frunciendo levemente sus cejas, ella comenzó a abrir los ojos con lentitud. Entonces, un par de ojos azules con un matiz de verde se encontraron con los suyos, los cuales eran negros ý oscuros.
Luego de unos segundos de aturdimiento, Abey salió disparada de su abrazo y se sentó a su lado. Antes, había tenido tanto sueño que en el momento en que se sintió segura, se durmió sin darse cuenta. Y lo peor es que lo hizo sobre él.
Sinceramente, quería golpearse la cabeza…
–Ah, esto…¿Qué hora es?–
–Tengo algo que darte– Ignorando su incomodidad, Klaus abre una mochila que había a su lado, y de ella saca algo parecido a una extraña mezcla de teléfono y walkie. –Toma, esto es un teléfono satelital. Con el puedes llamarme desde cualquier parte del mundo. Si en algún momento quieres hablar conmigo, solo llama a este número–
Abey lo tomo, pero no dijo nada. Mirándola parada sin decir nada, Klaus tampoco hizo mucho. Se dio la vuelta y camino hacia Liv. Cuando estuvo a su lado, se detuvo, volteo su mirada hacia Abey y le dijo. –Sabes? Eres la persona más sincera que conozco, por favor, nunca cambies eso–
Sin decir nada todavía, ella solo asintió…
Con el sonido de un aleteo, Klaus y la niña desaparecieron del lugar, dejando a Abey totalmente sola en el techo de aquel alto edificio. Mirando en la dirección en que se fue, ella murmuro. –Idiota–
Autor: Varias cosas canbiaran a partir de ahora, escribire el nombre de Abey como Abby, y el nombre de Brigette como Bridget. Gracias por leer esta historia un tanto controversial, pero con mucho que ofrecer todavía.